La semana pasada se cumplieron 5 años desde que me fui de Barcelona. Además hace poco fue mi aniversario. Cumplí 30 años. Ya he llegado a ese número que uno siempre ve tan lejos cuando está en sus 20. Dicen que los 30 son para reflexionar, aunque afortunadamente a mí me hicieron reflexionar más mis 25. Hoy voy a hablar de esas reflexiones que me llevaron a tomar la decisión de dejar mi trabajo, de alargar mi plan de viaje de 3 meses a un año y de quedarme a vivir en Tailandia donde llevo ya 4 años. Así de paso contestaré a la pregunta que suelen hacerme la mayoría de lectores del blog que conozco por primera vez: ¿Cómo terminaste en Bangkok?
Con 24 años, a principios de 2009, ya llevaba casi 2 años trabajando en el mundo de la seguridad laboral. Me había introducido en ese sector justo después de un increíble viaje de varios meses por la India. Valoraba mi trabajo, mis responsabilidades, apreciaba a mis colegas y estaba satisfecho con mi salario pero también me sentía obligado a una vida monótona y rutinaria sintiendo que no podía hacer mucho por cambiarla. La rueda de la rutina me había atrapado y no podía escapar. Además parecía que las cosas no iban a cambiar y que probablemente ese sería mi estilo de vida para muchos, muchos años. No es que tuviera graves problemas, simplemente era que esa vida no me terminaba de satisfacer. Pronto iba a cumplir 25 y me sonaban a condena. —Si los cumplo con este estilo de vida ya no habrá quien se salve—, pensaba. Cabe decir que para entonces tampoco nadie imaginaba que la crisis económica iba a ser tan grave y la gente seguía soñando en eso del ‘trabajo para toda la vida’. Era 2009, el éxodo de jóvenes, y no tan jóvenes, emigrando aún no había empezado y ni si quiera se imaginaba. Creo que eso hacía la decisión de irse aún más difícil.
En esas reflexiones estaba yo cuando un día fui a dar una clase para un ciclo formativo en un instituto y me topé con el profesor de FOL. FOL responde a la siglas de Formación y Orientación Laboral. En definitiva la típica asignatura que nadie está seguro de qué pinta, pero que los estudiantes agradecen porque está tirada. El profesor, quizás al verme joven, quizás al verme estresado, y sin que yo se lo pidiera, me hizo un poco de terapia laboral y me dijo:
• ¿Qué edad tienes? 24, dije yo.
• ¿Y dónde quieres estar a los 30? Mmm… pues… ehh… nunca me lo he planteado de forma tan directa.
• Pues piénsatelo y cuando lo sepas empieza a hacer cosas en el presente para que cuando llegues a esa edad estés lo más cerca posible de lo que sería tu ideal ahora mismo.
El profesor, de quien no recuerdo el nombre, fue una especie de gurú del siglo XXI, y en un momento me hizo pensar que seguramente su asignatura, sin que lo supieran sus estudiantes, fuera de las más importantes de las que se estaban cursando en ese ciclo relacionado con la construcción. Viendo como ha quedado ese sector, puedo afirmar que seguro que sí que era una de las clases más interesantes.
La reflexión que me propuso ese profesor puede sonar obvia, lógica, pero apuesto a que pocos nos la planteamos de forma seria. La reflexión es simple de entender pero complicada de llevar a cabo. Sobre todo la parte en la que toca actuar para lograr llegar al objetivo al cabo de los años. De todos modos es un primer paso necesario, y como decía algún sabio oriental: incluso los caminos más largos comienzan con un primer paso.
Para esas épocas yo ya tenía claro que tenía que hacer un cambio radical en mi vida, así que solo veía señales que me llevaban a él y esa reflexión que me propusó ese profesor fue una más.
Tiempo atrás, antes de fichar por la empresa en la que estaba, había empezado a trabajar con la idea de ganar dinero un tiempo e irme a dar la vuelta al mundo algún día y, en cambio, me estaba convirtiendo en alguien que no creía que los sueños estuvieran para cumplirse.
Esto tenía que cambiar y ya había decidido que quería volver a ser dueño de mi futuro, o al menos a tener la sensación de serlo (¿Quién es dueño de su futuro al fin y al cabo?). La excusa del cambio, de cara a los demás pero creo que también un poco para mí mismo, era que se me terminaba mi contrato (aunque parecía que querían renovármelo). Además me habían dado una beca para ir a estudiar inglés en el extranjero y yo había escogido Nueva Zelanda, el otro lado del mundo.
Esa fue una la típica decisión que pocos entienden, especialmente los mayores. ¿Dejar un trabajo en el que parece que estés bien posicionado para irte al otro lado del mundo? ¿Ahora que está subiendo el paro? (aún no se era consciente del tamaño de la crisis así por aquella época). A pesar de la inmensa ilusión que me producía esa decisión, también me provocaba mis inseguridades pero la ilusión podía más y la decisión estaba tomada. Hoy en día, con mi anterior lugar de trabajo cerrado, puedo afirmar que fue una de las mejores decisiones que podía haber tomado.
Como ya sabréis si habéis estado siguiendo este blog los últimos años, estuve un año de viaje por Oceanía y Asia. Una experiencia que animo a vivir a cualquiera que tenga la ilusión. Querer es poder, y más ahora con las working holiday visa de Nueva Zelanda, Australia y Canadá. Viajar por el mundo no es caro y suele ser más una cuestión de tiempo y ganas que de dinero.
Después de viajar durante un año, durante el que tuve que pasar por Tailandia a pesar de no querer ir, me tocó, de nuevo, tomar una decisión. ¿Volver a casa o quedarme a probar suerte en alguna ciudad asiática durante un tiempo?
En ese año ya había aprendido que lo que funcionaba para mí eran las decisiones valientes, o quizás fuera una decisión fruto del miedo de volver a la rutina, pero opté por quedarme en Asia. ¿Dónde? Estando en Macau, tenía en mente Shanghái o Bangkok. Por temas de visado y por vuelos baratos (Bangkok estaba tomado por los camisas rojas) escogí Bangkok.
En Bangkok encontré un semi-trabajo dando clases de español nivel básico que me sirvió de excusa para quedarme indefinidamente. No tenía ni idea de dar clases, así que la primera que di debió ser muy mala. No la recuerdo mucho ya. He dado bastantes desde entonces. En esa escuela me tiré prácticamente un año y de allí salté a dar clases en dos universidades, mientras escribía aquí, en Mundo Nómada. Por supuesto a la que podía me escapaba a viajar por Tailandia para disfrutar y para inspirarme para el blog. Mi vida se volvió algo rutinaria de nuevo pero era distinto. Esa era una rutina que había escogido más conscientemente y que no me disgustaba tanto. Una rutina que no me hacía sentir atrapado en ella.
Además, cuando llevas poco tiempo en un país extranjero tan distinto del tuyo como es Tailandia, por mucha vida rutinaria que tengas, ésta no es nunca tan monótona como lo suele ser en el país de uno. En el extranjero siempre hay espacio para aprender mucho más.
Seguí viajando por Tailandia y por otros países asiáticos frecuentemente y volviendo a casa, Sabadell, una vez al año (casi nunca por Navidad, ¡Qué frío!).
Después de llevar más de 2 años viviendo en Tailandia y habiendo hecho también de guía turístico por Bangkok en alguna ocasión —ilegalmente, puesto que los extranjeros no podemos hacer de guías en Tailandia—, creé una empresa con la que poder ofrecer servicios turísticos. Junto a un socio tailandés —por ley, todos los negocios en el país han de ser un 51% tailandeses—, y después muchos problemas, pudimos establecer la sociedad y obtener los permisos correspondientes para empezar a operar. Y así es como nació Mundo Nómada Travel, la agencia con la que organizamos viajes a medida por Tailandia. Al conocer bastante bien el país, hacemos rutas personalizadas que se adapten al máximo a lo que buscan los viajeros que nos contratan. No está siendo fácil pero con ilusión y esfuerzo lo estamos tirando adelante.
Así que estoy contento de encontrarme donde estoy a los 30 años, creyendo haber aprendido que las decisiones difíciles suelen hacerte algo más dueño de tu vida , y feliz de haber reflexionado a los 25.
Sin ánimo de dar lecciones, sino más bien de inspirar a quienes puedan encontrarse en una situación similar a la que yo estaba en 2009, os dejo con la pregunta del profesor de FOL: ¿Y tú? ¿Dónde quieres estar a los 30?
*Por supuesto la edad es lo de menos en la pregunta.